La comedia satírica «Coup!» protagonizada por Peter Sarsgaard y Billy Magnussen llegará a los cines el 12 de septiembre. En la crítica que te ofrecemos a continuación, te contamos qué intentan ridiculizar los autores de la película y lo interesante que resulta verla.
Género comedia negra satírica, thriller
Directores Joseph Schuman, Austin Stark
Protagonistas Peter Sarsgaard, Billy Magnussen, Sarah Gadon, Sky P. Marshall, Faran Tahir, Christina Nielsen, Fisher Stevens, Callum Vinson, Willa Dunn
Estreno cines
Año de emisión 2024
Página web IMDb
El turbulento año 1918, Estados Unidos. Una epidemia de gripe española hace estragos en el país, que resultó ser aún más mortífera y extendida que La Primera Guerra Mundial. Sin embargo, para el conocido periodista progresista Jay Horton, todas estas crisis mundiales están muy lejos, porque él y su familia se han refugiado en una lujosa finca situada en una isla aislada.
La mesurada y tranquila vida del acaudalado caballero da un vuelco con la llegada de un nuevo cocinero, el Sr. Floyd Monk. No sólo demuestra arrogancia e insubordinación, sino que pone a todos los criados en contra de Horton, e incluso su propia esposa se va poniendo poco a poco de parte de Monk. De modo que la situación se acerca rápidamente a un golpe de estado dentro de la mansión, que desembocará en un conflicto irreconciliable de imprevisible desenlace.
Desde el principio, «Coup!» deja claro que, a pesar de la presencia indirecta de acontecimientos históricos del siglo pasado en la trama, la sátira aquí será relevante para el presente. Han pasado más de 100 años desde aquellos terribles tiempos, y nada parece haber cambiado — nosotros, es decir, la humanidad, seguimos en guerra, padeciendo enfermedades pandémicas y siendo testigos de cómo la hipocresía florece aquí y allá.
Tomemos, por ejemplo, a uno de los personajes principales de la película, un respetado periodista interpretado por Billy Magnussen. Por un lado, publica artículos en los que parece preocuparse por la vida y el bienestar de la clase trabajadora, pidiendo el cierre de fábricas, plantas, etc. por cuarentena. Por otro lado, es más que obvio que a través de su rebelión por escrito contra las políticas del presidente Thomas Woodrow Wilson, el hombre se ganó el apoyo de la oposición y se abrió camino en la política mientras sus propios sirvientes se veían obligados a seguir las reglas que él establecía. Y a él le importaban un bledo esos desafortunados trabajadores.
Por un lado, la visión progresista de un hombre rico en plena prosperidad le dicta que tiene derecho a negarse categóricamente a comer carne (e incluso pescado, porque sigue implicando matar), por otro… pero no lo desvelaremos para no estropear tu experiencia de visionado.
El enigmático chef Floyd Monk es mucho más interesante, entre otras cosas por la enérgica interpretación del insuperable Peter Sarsgaard. El motivo de su comportamiento abiertamente atrevido, arrogante y un tanto hedonista, que se convierte en el catalizador del conflicto central, es muy intrigante.
Hay que decir de entrada que el antagonismo pueblerino entre el amo de la mansión y el criado condicional que cuestiona la autoridad del jefe y reclama su lugar no ofrece la «batalla de ingenios» anunciada en el cartel oficial. Es decir, no hay batalla intelectual que valga, sino que se recurre a la astucia banal, incluso a la mezquindad. Lo cual no empeora la película.
La película está fácilmente a la altura de interesantes proyectos de moda de nuestro tiempo, cuyo leitmotiv es la lucha de clases, la desigualdad social y la ridiculización de las élites privilegiadas.
En concreto, si recordamos a la criada mentirosa con esqueletos en el armario, nos vienen a la mente analogías con la oscarizada «Parasite» Bong Joon-ho. Si tenemos en cuenta las circunstancias en las que pobres y ricos se ven obligados a convivir en un lugar aislado, nos viene a la mente «Triángulo de tristeza» de Robert Estlund. Y cuando se trata de un chef loco, al instante viene a la mente «Menú», en la que Ralph Fiennes agasajaba a sus invitados con delicias gourmet criminalmente caras con una sonrisa perversa en la cara.
A juzgar por estas comparaciones, es obvio que «Coup!» no es en absoluto una película original, o al menos con una perspectiva novedosa. Ya se han hecho muchos proyectos sobre el coronavirus — uno de los aspectos de la pandemia fue ridiculizado por la relativamente reciente «Decamerón», con la que «Coup!» también tiene ciertos puntos de contacto. Y todo ello no impide que la nueva sátira, probablemente siempre relevante y con sólidas interpretaciones actorales, sea lo suficientemente fascinante como para reclamar la atención del espectador. Al menos, no puede calificarse de magra.