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Crítica de la segunda temporada de la serie «Severance»

Publicado por Oleksandr Naumets

La segunda temporada de «Severance» no es solo una continuación de la exitosa serie de Apple TV+. Es un viaje a la oscuridad más profunda del infierno corporativo, donde cada elección, cada acción e incluso tu propia memoria ya no son tuyas. La primera temporada puso el listón del thriller psicológico y nos hizo pensar, y la segunda empuja aún más los límites del género, añadiendo más drama, más ansiedad y aún más preguntas sin respuesta.

Género thriller psicológico, drama, detective, ficción
Directores Ben Stiller, et al.
Protagonistas Adam Scott, Britt Lowery, Zach Cherry, John Turturro, Christopher Walken y otros.
Estreno 18 febrero, 2025, Apple TV

Por si alguien lo ha olvidado (y es posible, porque la primera temporada se estrenó hace mucho tiempo), el final fue una bomba. Dejó a la audiencia en un estado de shock absoluto. Los protagonistas eran capaces de activarse «trabajadores» ellos mismos en el mundo real, lo que significaba que por primera vez eran capaces de mirar sus propias vidas desde fuera.

Fue un shock para todos: Heli descubrió que no era una simple empleada, sino la hija de un alto cargo de Lumon. No era una víctima, sino parte del sistema. Irving se enfrentó al hecho de que su vida «exterior» no era en absoluto lo que había imaginado. Mark se dio cuenta en el último segundo de que su difunta esposa… no estaba tan difunta.

La segunda temporada comienza con este caos. Lumon no va a quedarse al margen, la empresa vuelve a tomar el control. Mayor vigilancia, nuevos métodos para reprimir cualquier revuelta, aún más manipulación. Pero lo principal es que ahora los personajes saben que hay algo al otro lado, y esta esperanza se convierte en su fuerza motriz. Pero he aquí la cuestión: ¿y si no hay salida?

Mientras que la primera temporada de «Severance» podría calificarse de detective de oficina, la segunda es un thriller psicológico en toda regla con elementos de terror existencial.

Se centra menos en la investigación y más en las experiencias de los personajes. Muchas escenas se basan únicamente en sus conflictos internos, difuminando la línea que separa la tensión emocional de la auténtica locura.

El principal cambio en el guión es la sensación de desesperanza. En la primera temporada, todo parecía más sencillo: si los personajes descubrían la verdad, saldrían de allí. Pero ahora queda claro que Lumon es mucho más fuerte de lo que parece, y que aunque te abran los ojos, eso no significa que puedas cambiar nada.

La serie vuelve a jugar con nuestra percepción de la realidad. Algunos momentos te hacen dudar: ¿es éste el mundo real o sólo otro nivel de manipulación? ¿Pueden los personajes confiar en sí mismos? y lo más importante, ¿de qué va realmente Lumon?

Pero la primera temporada era más dinámica y tenía más intriga. Pero la segunda adopta un enfoque diferente de la historia: es más profunda en cuanto a la psicología de los personajes. Por fin los vemos no sólo como víctimas, sino como individuos, cada uno con su propio conflicto interno. Es más lenta, lo que puede ser una desventaja para algunos. Algunas escenas son demasiado largas, pero está justificado: nos hacen sentir el mismo malestar que los personajes.

Si en la primera temporada nos mantuvieron al borde de un ataque de nervios por lo desconocido, en la segunda nos mantuvieron al borde de darnos cuenta de que quizá no haya salida.

El mundo de Lumon es un reflejo de los peores aspectos de la cultura empresarial moderna. Todos nos hemos sentido desgarrados entre nuestra vida laboral y personal al menos una vez en la vida. Todos hemos pensado al menos una vez: «Si pudiera desconectar la cabeza y no pensar en las mierdas de la oficina». Pero «Desconectar» muestra que esta fantasía es realmente aterradora.

Esta serie toca los puntos más dolorosos y se pregunta por la línea que separa quién eres realmente y en quién te conviertes en el trabajo. ¿Es posible borrar por completo una parte de uno mismo sin perder algo importante? ¿Y si estás más controlado de lo que crees? Y lo peor de todo, ¿la gente realmente quiere libertad?

La segunda temporada de «The Divide» demostró que este es el mejor papel de Adam Scott (Mark). Si en la primera temporada era un personaje confuso y perdido en sí mismo, ahora es una alarma viviente. Se tambalea al borde de dos personalidades, y Scott lo interpreta sin sobreexpresarse, pero con tal profundidad que simplemente te lo crees.

Britt Lower (Heli) también ofreció una de las mejores interpretaciones de la temporada. Su personaje es un cóctel explosivo de odio a sí misma y miedo a la verdad. Ya no es sólo una rebelde, sino una persona que pasa de la negación a la cruda realidad.

Todos los demás actores están perfectamente elegidos, el casting de la serie es increíble. Todos han cumplido con su cometido.

Si te tragaste la primera temporada de un día para otro, la segunda te hará masticarla durante mucho tiempo y temer tragarte la verdad.

El trabajo de cámara sigue siendo increíblemente frío, estéril e inquietante. La cámara funciona de tal manera que uno siente literalmente el aislamiento de los personajes. Hay frecuentes planos largos, planos estáticos cuando se necesita enfatizar la desesperanza.

La música no es llamativa, pero cuando suena, te cala hasta los huesos. Motivos electrónicos inquietantes y silencio opresivo.