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Crítica de la séptima temporada de la serie «Black Mirror»

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Oleksandr Naumets

Autor de artículos y reseñas

Crítica de la séptima temporada de la serie «Black Mirror»

Tras unos años de silencio, «Black Mirror» regresa con una nueva y séptima temporada y, como siempre, da en el clavo. Ya antes del estreno, el creador de la serie, Charlie Brooker, prometía una vuelta a las raíces, pero con un enfoque experimental, nuevas soluciones de género y… la primera secuela en la historia del proyecto. Sí, «USS Callister 2» existe de verdad – y sí, no es sólo un fanservice. La temporada intenta equilibrarse entre la crítica a la sociedad moderna, los miedos digitales e incluso la sátira, lo que funciona sorprendentemente bien. Y aunque los episodios varían tanto en tono como en calidad, la dinámica general de la temporada es impresionante – incluso si es un poco demasiado precipitada.Género

Crítica de la séptima temporada de la serie «Black Mirror»

Ventajas:

profunda interpretación, especialmente de Paul Giamatti y Christine Milioti; efectos visuales y música impresionantes; temas maduros y profundidad emocional

Contras:

algunos episodios podrían haber sido más detallados

8.5/10
Calificación
ITC.ua

ciencia ficción, drama, sátira
Creador Charlie Brooker
Protagonistas Paul Giamatti, Christine Milioti, Jesse Plemons, Aquafina, etc.
Estreno 10 de abril de 2025, Netflix

La serie no ha perdido su poder irónico, pero ha madurado considerablemente: los nuevos episodios son más oscuros, menos grotescos, pero más profundos y emotivos. Ya no se trata del cinismo cáustico de principios de la década de 2010, sino de las reflexiones de un hombre que ha visto demasiado. Y a pesar de la diversidad de géneros y los cambios tonales, la temporada ha resultado sorprendentemente coherente. Los seis episodios tienen la misma calidad, pero destacan el tercero, el quinto y el sexto.

En el tercer episodio «Hotel Reverie» — la protagonista, la actriz Brandi Frieday (Issa Rae), acepta participar en un experimento tecnológico llamado Redream, que le permite recrear una simulación virtual de una película antigua, donde se sumerge en el papel de un personaje y empieza a vivir «dentro» de la película. Para ella, la realidad virtual es cada vez más importante que la real. Con el telón de fondo de una bella estética y una ligera nostalgia, la serie se convierte de repente en un drama sobre la pérdida de uno mismo, la búsqueda de la identidad y el romance que ya no existe. Golpea emocionalmente y deja un regusto de dolor silencioso, similar a la sensación después de una buena película melancólica.

El quinto episodio es uno de los más fuertes no sólo de la temporada, sino de toda la antología. En él, Paul Giamatti, con su habitual melancolía, interpreta a Philip, un hombre que intenta sobrellevar la pérdida de su ex amante a través de un servicio digital que crea un memorial virtual. Al sumergirse en sus recuerdos, se entera de circunstancias completamente distintas de la ruptura en las que no había pensado en todos estos años.

Es una historia sobre el amor que no se ha conservado, sobre una memoria que quiere reescribirse y sobre el dolor que sólo puede vivirse una y otra vez. Giamatti es un auténtico titán en la pantalla, y toda la serie descansa sobre su drama interior. No es sólo un episodio: es un drama de cámara completo que toca cuerdas a las que «Black Mirror» no ha llegado habitualmente.

El sexto episodio de «USS Callister: Into Infinity» nos devuelve a la vieja trama de la cuarta temporada, pero a un nuevo nivel. Esta vez, el foco pasa de la sátira sobre la tóxica cultura geek a una exploración de la identidad digital. Los clones del juego «Infinity» viven ahora sus propias vidas, intentando construir su autonomía y resistirse al sistema. Hay mucha acción, ironía y un inconfundible estilo brookeriano, pero detrás de todo ello hay una pregunta muy clara: ¿qué hacemos con lo que hemos creado? ¿Cómo nos responsabilizamos de las nuevas formas de vida, aunque sólo existan en código?

A pesar de la variedad de temas -desde el terror y el retrofuturismo hasta el melodrama y el tecno-thriller-, la temporada no parece inconexa. Al contrario, forma un único arco emocional. La serie demuestra una vez más su capacidad para equilibrar los géneros, dando al espectador un poco de todo: ansiedad, nostalgia, sorpresa y, a veces, dolor.

Aunque algunos episodios se desarrollan demasiado rápido, consiguen dejar un poso significativo. Y ya no se trata del futuro — se trata del presente, en el que ya vivimos. Hay menos paranoia tecnológica, pero más atención a las personas. La temporada parece más madura, menos reaccionaria, pero sólo más profunda.

Esta temporada se ha vuelto mucho más oscura. Mientras que las anteriores aún permitían al espectador mantener la esperanza en algunos puntos, ésta no se hace ilusiones. Brooker no deja lugar para romantizar la tecnología o la sociedad del futuro. Hay una sensación de fatalismo en cada fotograma, como si el autor ya hubiera perdido la fe en la capacidad de la humanidad para cambiar algo. Y esto no es patetismo, sino una admisión honesta de que incluso las mejores ideas pueden ser echadas a perder por quienes están a los mandos.

El reparto de la séptima temporada impresiona no sólo por sus nombres, sino también por sus interpretaciones realmente fuertes y profundas. Paul Giamatti, que aparece en el episodio más emotivo de la quinta temporada, simplemente te rompe el corazón. Su personaje es un hombre solitario que intenta aferrarse a los fragmentos de sí mismo después de perder a un ser querido muy lejos en el pasado. Giamatti pone una dura verdad en cada mirada y línea, no pretenciosa, sino silenciosa y dolorosa. Es una obra digna de prestigiosos premios. Lo mismo puede decirse de Christine Milioti — después de «Pingüino» se convirtió en una actriz aún más madura, capaz no sólo de interpretar en proyectos de género, sino también de transmitir estados emocionales extremadamente sutiles.

Emma Corin, recordada ya por «The Crown», sigue sorprendiendo por su carisma y su enfoque poco convencional de los personajes. Su papel en Las profundidades sólo puede compararse con el personaje de Giamatti. ¡Ella lo afronta igual de increíblemente!



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