
El jueves 27 de marzo, la Agencia Espacial Europea (ESA) envió los últimos mensajes Observatorio orbital Gaia. El satélite destacado recibió la orden de desconectar los sistemas de comunicación y el ordenador central, despidiéndose de él.
Se trataba del orbitador de la ESA con más éxito desde su lanzamiento hace 12 años. El motivo del fin del funcionamiento de la nave fue la falta de nitrógeno, que Gaia utilizaba para ajuste de la órbita y observación de objetos espaciales. Tras su lanzamiento al espacio, el observatorio utilizó 55 kg de combustible y realizó más de 15.000 maniobras controladas
El satélite abandonó su posición orbital en el segundo punto de Lagrange, donde estaba sujeto por la gravedad de la Tierra y el Sol, y seguirá orbitando alrededor de nuestra estrella madre. Gaia realizó su última observación el 15 de enero de este año. Después, los especialistas de la ESA realizaron pruebas durante varias semanas antes de apagar definitivamente el observatorio.

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La misión principal de Gaia era crear un mapa tridimensional detallado de la Vía Láctea. Para ello, el telescopio midió la ubicación exacta y el movimiento de casi 2.000 millones de estrellas y otros objetos espaciales, millones de galaxias y 150.000 asteroides. Gaia también midió el brillo y la variabilidad, y estos datos se utilizaron para determinar temperaturas, parámetros gravitatorios y tipos de estrellas. Gracias a este telescopio, los astrónomos pudieron saber que la Vía Láctea tiene varios brazos espirales menos definidos de lo que se pensaba.
A pesar de que Gaia ya no está en línea, los datos recogidos por el telescopio seguirán publicándose. En concreto, está previsto que el próximo conjunto de datos se publique en 2026, y todos los datos proporcionados por Gaia no estarán disponibles hasta después de 2030. La ESA prepara actualmente una nueva misión para seguir el trabajo de Gaia, cuyo lanzamiento está previsto para 2040.
Además, con la ayuda de Gaia, los astrónomos pudieron determinar los dos agujeros negros más cercanos a la Tierra. Uno de ellos se emparejó con una estrella situada a una distancia de 1,5 mil años luz de la Tierra, y el otro se encuentra a 3,8 mil años luz.
Gaia también descubrió estrellas de neutrones compactas formadas como resultado del colapso, que se escondían detrás de otras estrellas más masivas y brillantes.
El artículo se publicó en la revista The Conversation
Fuente: ZMEScience
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