Mediante el estudio de los datos enviados por el telescopio espacial James Webb, los astrónomos han detectado la emisión de metano de una enana marrón, o estrella «perdedora» — que anteriormente se pensaba que no era lo suficientemente cálida para este fenómeno.
«La presencia de metano en planetas gigantes y enanas marrones no es sorprendente, pero no suele ser visible,» afirma Jackie Faherty, jefa de equipo y responsable principal de educación del Museo Americano de Historia Natural.
Las enanas marrones reciben el apodo de perdedoras porque, a pesar de formarse a partir de una nube de gas y polvo en colapso como las estrellas, no tienen masa suficiente para iniciar el proceso de fusión nuclear del hidrógeno en helio en sus núcleos.

Faherty y sus colegas observaron un total de 12 enanas marrones, y sólo una de ellas — W1935, situada a 47 millones de años luz de la Tierra — emitía metano. La modelización posterior demostró que también presenta el llamado fenómeno de «inversión de temperatura» —, durante el cual la atmósfera del planeta se vuelve más fría en los niveles más profundos. Suele observarse en planetas que orbitan estrellas que calientan su atmósfera de arriba abajo, pero en el caso de W1935 es bastante inesperado — está aislado y no tiene ninguna fuente de calor externa.
«Nos quedamos gratamente sorprendidos cuando el modelo predijo con exactitud la inversión térmica», — dijo Ben Burningham, miembro del equipo y científico de la Universidad de Hertfordshire. «Pero también necesitábamos averiguar de dónde procedía el calor extra en la atmósfera superior».
Para resolver este misterio, el equipo estudió los gigantes gaseosos del Sistema Solar — Júpiter y Saturno. Ambos emiten metano, tienen atmósferas que presentan inversión de temperatura y tienen sus propias auroras.

El principal impulsor de este fenómeno es el viento solar — el flujo de partículas cargadas procedentes del Sol. En W1935, no hay tales «privilegios» — por lo que los investigadores suponen la presencia de una luna activa oculta cerca de la enana.
El estudio se publicó el 17 de abril en la revista Nature.
Fuente: livescience
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