Algunos materiales para almacenar energía (como los supercondensadores) pueden resultar caros y contaminar el medio ambiente. Producir almacenamiento de energía alternativo a partir de cosas que la gente suele tirar puede ayudar en este sentido. Un estudio publicado en ACS Applied Materials & Interfaces informa sobre la conversión de grasa de pollo en electrodos de carbono para supercondensadores que almacenan energía y alimentan LED.
Se han desarrollado supercondensadores con materiales de carbono como el grafeno por su eficacia en el transporte de carga y sus propiedades naturales, pero su fabricación es cara y contaminante. Investigadores de la American Chemical Society han desarrollado un método sencillo y rentable para convertir residuos como la grasa de pollo en nanoestructuras conductoras para almacenar energía en supercondensadores.
Los científicos fundieron la grasa de pollo utilizando una pistola de gas y quemaron la sustancia fundida. A continuación, recogieron el hollín en el fondo de un matraz suspendido sobre la llama. La microscopía electrónica mostró que el hollín contenía nanoestructuras, que eran entramados esféricos homogéneos de anillos concéntricos de grafito. Los investigadores probaron una forma de mejorar las características eléctricas de las nanopartículas de carbono sumergiéndolas en una solución de tiourea. Esta sustancia tiene olor a cebolla frita, y una representación esquemática de su molécula se parece a un gordo gracioso.
Cuando se ensamblaron en el electrodo negativo de un supercondensador asimétrico, las nanopartículas de carbono de grasa de pollo demostraron una buena capacidad y durabilidad, así como una elevada densidad energética y potencia. Como se preveía, estas propiedades mejoraron aún más cuando los electrodos se fabricaron con nanopartículas de carbono tratadas con tiourea.
A continuación, los investigadores demostraron que el nuevo supercondensador podía funcionar en tiempo real: cargaron y combinaron dos de ellos para encender LED rojos, verdes y azules. Los resultados ponen de relieve las posibles ventajas de utilizar residuos alimentarios, como la grasa de pollo, como fuente de carbono en la búsqueda de una energía aún más verde.
Fuente: TechXplore